El Arsenal dio un golpe maestro en el verano de 2006 cuando fichó a Tomas Rosicky del Borussia Dortmund, aprovechando los intentos fallidos del Atlético de Madrid de hacerse con el mediocampista checo.
Los Gunners se lanzaron al ataque después de que el Atlético, acosado por complicaciones financieras y problemas de garantía bancaria, no lograra cerrar el acuerdo a pesar de meses de negociaciones.
Rosicky, que entonces tenía 25 años, era un jugador muy cotizado, ya que había llamado la atención por sus actuaciones con la República Checa en la Eurocopa 2004 y por su creciente influencia en el Borussia Dortmund. El Atlético de Madrid, entrenado por Carlos Bianchi, estaba desesperado por hacerse con Rosicky durante la temporada 2005-06, viéndolo como una parte crucial de la reconstrucción de su plantilla.
El Atlético hizo fuertes propuestas, e incluso hubo una conexión personal a través del hermano de Tomas, Jiri Rosicky, que había jugado para el equipo B del Atlético de 1996 a 2000. A principios de 2006, un acuerdo entre Rosicky y el Atlético parecía casi seguro, con tanto el jugador como el club alemán ansiosos por llegar a un acuerdo.
Sin embargo, la situación financiera del Atlético creó obstáculos en cada paso. El Dortmund, que también tenía dificultades financieras, estaba dispuesto a vender, pero el Atlético no pudo finalizar las garantías bancarias necesarias para completar la transferencia.
A pesar de las declaraciones públicas de interés de Rosicky (según se informa, había dicho: “Quiero jugar en el Atlético y todo se arreglará”), el acuerdo se vino abajo. En un momento dado, parecía que solo era una cuestión de acordar las condiciones de pago, y el Atlético ofreció alrededor de 11 millones de euros por el mediocampista. La atención del Atlético también estuvo dividida, ya que se centraron en asegurar al joven talento argentino Sergio Agüero y a Costinha, lo que aumentó los retrasos.
En mayo de 2006, el oportunismo del Arsenal convirtió la desgracia del Atlético en una ganancia para él. Como el Atlético no podía poner en orden sus finanzas, el Arsenal actuó con rapidez, completó el examen médico de Rosicky y consiguió su fichaje. La frustración del Atlético era palpable, ya que el presidente del club español, Enrique Cerezo, intentó animar a los hinchas, diciendo: “Traeremos a un jugador igual o mejor” después de que Rosicky se les escapara de las manos. A pesar de este optimismo, los fichajes posteriores del Atlético, entre los que se encontraban Maniche y Jurado, carecieron de la misma chispa que prometía Rosicky.
Al reflexionar sobre ese período, su hermano Jiri comentó: “Tomás quería ir al Atlético, veía sus partidos por televisión, pero el Borussia se impacientó”.
En el Arsenal, Rosicky se convirtió en una pieza importante del mediocampo de Arsène Wenger, conocido por su destreza técnica, creatividad y compromiso. A pesar de una serie de contratiempos por lesiones que limitaron su tiempo de juego, la presencia de Rosicky y su impacto en el equipo fueron inolvidables. Apodado “El pequeño Mozart” por su orquestación del juego, era capaz de dar la vuelta a los partidos más difíciles con un momento de habilidad o un pase clave. Durante sus 10 años en el club, Rosicky jugó 170 partidos, marcó 19 goles y ganó dos Copas de la FA, aunque esas lesiones le impidieron alcanzar su máximo potencial en el Emirates.
Rosicky ahora se encuentra de nuevo en Praga, trabajando como Director Deportivo del Sparta de Praga, donde comenzó su carrera. Se le ha relacionado con el puesto vacante de Director Deportivo del Arsenal.