La cautela que ha mostrado Diego Pablo Simeone en las últimas ruedas de prensa refleja claramente el duro momento vivido durante un bajón de rendimiento y resultados que ha dejado al Atlético de Madrid fuera de la Liga y ha complicado su clasificación a la Champions. La prudencia es imprescindible.
Los mensajes internos y externos que emanan del vestuario abogan por la cautela. A Simeone le inquieta el optimismo excesivo. De sus días más extrovertidos como jugador aprendió que en el fútbol un día puedes estar en la cima del mundo y al siguiente cualquiera te puede tumbar. “Voy evaluando las cosas sobre la marcha.
Hay diferentes momentos a lo largo de la temporada y estamos pasando uno ahora mismo, siempre intentando mejorar y cuidar el momento que tenemos”, reflexionó el técnico argentino durante una rueda de prensa.
El Atlético no sólo ha remontado con ocho victorias consecutivas (cuatro en Liga, dos en Champions y dos en Copa), sino que además ha lucido dos triunfos contundentes —ante Sparta de Praga (0-6) y Valladolid (0-5)— con un juego vistoso. Esta noche se enfrenta al Sevilla en el Metropolitano (21:00 horas, Movistar LaLiga), donde podría sumar su novena victoria consecutiva, algo que no veía desde 2015.
“Es un equipo vertical, que no le teme al balón y tiene capacidad para construir desde atrás”, advirtió el técnico sevillista García Pimienta sobre el resurgir de los rojiblancos.
Ni Simeone ni sus jugadores disfrutaron de un mes de bajas prestaciones.
Pocas veces se vio al Cholo tan precipitado en los cambios como en este inicio de temporada, un tanto agobiado por el peso de los 200 millones de euros invertidos en fichajes.
La sucesión de lesiones mermó mucho la defensa (Azpilicueta, Le Normand, Llorente, Lenglet) y el centro del campo sufrió por la lesión de Pablo Barrios, el bajo estado de forma de De Paul y Koke y los problemas de adaptación de Gallagher.
En ataque, Griezmann, Sorloth, Julián Álvarez y Correa también tuvieron problemas para encontrar la armonía, penalizados a su vez por el pobre juego ofensivo del equipo. Dos partidos pusieron de manifiesto el malestar del equipo y del técnico. En la derrota ante el Benfica (4-0), la dirección de Simeone fue vacilante y confusa.
En media hora, cambió tres veces las posiciones de sus atacantes Correa, Griezmann y Julián Álvarez. Si en Lisboa fue el técnico el que mostró su desconcierto, en el Benito Villamarín, la última derrota rojiblanca (2-0), el descuido de los jugadores fue tan evidente que el técnico les reprendió.
En la búsqueda de la estabilidad, Simeone priorizó un mayor compromiso y un ejercicio de supervivencia basado en su planteamiento más tradicional, reforzando el bloque desde atrás, aunque hubo debate con otros cuerpos técnicos que preferían un esquema menos conservador.
Este planteamiento permitió al Atlético arrancar dos victorias inmerecidas en Bilbao (0-1) y Vigo (0-2), que ahora se valoran más por el resurgimiento vivido.
En esos momentos de incertidumbre, la irrupción de los goles de Giuliano y Correa resultó vital para evitar el desastre.
El regreso de la mejor versión de Oblak también fue crucial para consolar victorias como la conseguida ante el PSG (1-2) en París.
La derrota en Villamarín supuso un punto de inflexión para el equipo, que ha encadenado ocho victorias consecutivas con un balance impresionante de 23 goles a favor y sólo cuatro en contra.
El Atlético demostró en ambas goleadas el carácter camaleónico que tanto le gusta a su técnico. Un equipo capaz de jugar con varios estilos, ya sea retrasado o presionando arriba en campo contrario.
La vuelta al 4-4-2 también ha equilibrado al equipo en el centro del campo. Con Barrios de vuelta, el Atlético ya ha empezado a parecer un equipo diferente.
El joven jugador, además de su vocación de amenaza cuando sale al ataque, también ha adoptado la imprescindible cobertura que siempre asegura Koke. El reciente internacional ha empezado a dejar atrás los tiempos en los que un partido sin el vallecano era una derrota asegurada.
Barrios permite a De Paul jugar con más libertad o a Gallagher desplazarse más hacia el centro partiendo desde la izquierda.
El centrocampista argentino fue uno de los jugadores más cuestionados durante la crisis. Su liderazgo en el partido de Copa en Cáceres y sus actuaciones ante el Sparta y el Valladolid fueron sobresalientes. “En estos últimos partidos no duda, y es lo que quiere la afición del Atlético.
Le exigiremos al máximo porque tiene un sitio que hay que exigir”, fue el elogio con mensaje que el Cholo dirigió este sábado a su compatriota.
En Praga, Simeone estrenó un centro del campo (Giuliano, De Paul, Barrios y Gallagher) que repitió en Valladolid, empujando a Koke a convertirse en la principal baja de este nuevo centro del campo que puede mezclar pulmones, buen pie y llegada. El capitán se ha convertido en el duodécimo jugador.
Podría estar hoy en el once inicial si Simeone decide rotar ante un Sevilla que llega con la pretensión de Saúl.