
En un hecho sorprendente e inquietante, el exentrenador del Sevilla, Javier García Pimienta, despedido hace apenas unas semanas, ha roto su silencio y ha lanzado una dura reprimenda a la directiva del club, acusándola de maltrato, traición e incumplimiento del convenio colectivo.
Al hablar públicamente por primera vez desde su abrupta destitución, Pimienta expresó su profunda frustración y decepción por la forma en que terminó su mandato, revelando que no recibió ninguna advertencia previa de la directiva ni del director deportivo del Sevilla antes de su despido, una decisión que describió como “fría, irrespetuosa y profesionalmente vergonzosa”.
“Nunca tuve la decencia de una conversación ni de una advertencia”, declaró Pimienta. “Me tomaron por sorpresa, después de todo lo que habíamos trabajado. Ya no se trata solo de fútbol, se trata de la dignidad de cómo se trata a las personas”.
Pero Pimienta no se detuvo ahí. En una acusación más contundente, afirmó que el director deportivo del Sevilla ignoró repetidamente sus aportaciones sobre la estrategia de fichajes, especialmente durante un mercado de fichajes crucial en el que había identificado jugadores específicos para reforzar la plantilla.
“Teníamos objetivos claros. Di nombres y perfiles, pero ninguno fue priorizado. Se tomaron decisiones sin mi participación, y al final, fui yo el que quedó expuesto cuando las cosas no salieron bien”, lamentó.
Las explosivas acusaciones han conmocionado a la comunidad futbolística española, mostrando una imagen de una relación fracturada entre bastidores en el Sevilla, que podría tener implicaciones más amplias para la estructura directiva del club en el futuro.
Si bien el Sevilla aún no ha emitido una respuesta oficial a las acusaciones de Pimienta, fuentes internas del club sugieren que pronto podría emitirse un comunicado formal, a medida que aumenta la presión de la afición y los medios de comunicación que exigen transparencia.
Esta controversia se cierne ahora sobre la reconstrucción del club en verano y, si no se aborda con prontitud, podría dañar la credibilidad del Sevilla a la hora de atraer futuros fichajes de entrenadores y jugadores.