En una declaración vehemente y emotiva, el recientemente destituido entrenador del Sevilla FC, García Pimienta, rompió su silencio, criticando directamente a la directiva y la infraestructura del club apenas horas después de que su sorpresiva destitución conmocionara al fútbol español.

El exentrenador de Las Palmas, conocido por su disciplina táctica y su capacidad para desarrollar jugadores, fue nombrado en medio de grandes expectativas, pero fue despedido tras una serie de malos resultados, una decisión que Pimienta califica de prematura, además de fundamentalmente injusta.
“Son unos desagradecidos”, declaró Pimienta durante una rueda de prensa improvisada en Barcelona. “Lo di todo. Cada gramo de energía, cada noche sin dormir, cada sacrificio; lo volqué en ese club. No es mi culpa que tuvieran un sistema fallido mucho antes de mi llegada”.
Según fuentes cercanas al entrenador, las tensiones entre Pimienta y la alta dirección del Sevilla comenzaron al principio de su mandato, con disputas sobre las políticas de fichajes, las limitaciones presupuestarias y lo que Pimienta describió como “una cadena de mando rota y una filosofía futbolística obsoleta”. Continuó describiendo el funcionamiento interno del club como “caótico, inconsistente y hostil a las reformas”, pintando la imagen de una institución fracturada y resistente a la innovación.
“Cuando llegué, me dijeron que me darían tiempo para construir algo a largo plazo. Era mentira. Desde el primer día, sentí que solo era un escudo para problemas más profundos, un chivo expiatorio de fallas estructurales que habían estado ocultando durante años”.
Si bien el comunicado oficial del club afirmaba que la decisión se tomó con el objetivo de “reiniciar el rumbo” y “realinearse con los objetivos competitivos”, Pimienta se burló de la sugerencia de que no cumplió con las expectativas.
“¿Qué expectativas? Vendieron jugadores clave, bloquearon refuerzos y esperaban que hiciera milagros. Trabajé con lo que tenía y aun así mostramos destellos de brillantez. Pero no puedo arreglar lo que está roto en la base con cinta adhesiva”.
El técnico catalán de 49 años, aclamado por su trabajo en el Barcelona B y Las Palmas, era considerado una figura capaz de revitalizar el Sevilla tras un año turbulento. Pero con poco margen de maniobra y una directiva reacia a tomar medidas drásticas, su visión, según se informa, cayó en saco roto.
La afición parece dividida tras sus comentarios. Algunos aficionados, desilusionados con la dirección del club y haciéndose eco de las frustraciones de Pimienta, han recurrido a las redes sociales para exigir responsabilidades a la cúpula del Sevilla. Otros argumentan que los resultados deben hablar más alto que las promesas.
Un aficionado tuiteó:
“Puede que Pimienta sea franco, pero no se equivoca. Este club se ha estado autodestruyendo desde arriba. Él solo fue el último chivo expiatorio”.
A pesar del amargo final, Pimienta insiste en que se marcha con la cabeza bien alta.
Me iré de esto orgulloso del trabajo que intenté hacer. Que conste que no le fallé al Sevilla. El Sevilla se falló a sí mismo.
En cuanto a lo que viene a continuación, Pimienta dice que se está tomando un tiempo para reflexionar, pero dejó claro que aún no ha terminado.
“Sigo creyendo en el fútbol de la manera correcta: organizado, inteligente y honesto. Y cuando llegue el club adecuado, uno que lo valore, estaré listo”.
Con esas últimas palabras, García Pimienta puede haber cerrado un capítulo, pero la pasión en su voz sugiere que ya se está preparando para el siguiente.

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